Los inicios del colegio de los Meninos de Jesus en Bahía (1550-1560)

Ruiz Jiménez, Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988

Resumen

El colegio de los Meninos de Jesus en Bahía se fundó con un grupo inicial de siete niños procedentes del colegio de Meninos Órfãos de Lisboa que llegaron a la misión en 1550. A estos se sumaron otros, enviados al año siguiente, así como un buen número de infantes locales con los que se generaría un interesante intercambio lingüístico y musical. En este evento, se da cuenta de los inicios de esta institución educativa durante su primera década de funcionamiento y del importante papel que los “meninos pregadores” desempeñaron en la evangelización en Brasil.

Palabras clave

música en las calles y plazas , canciones populares , bailes populares , misa , vísperas , procesión , dedicación de una iglesia , docencia , salve , Manuel da Nóbrega (jesuita) , niños del colegio de Meninos de Jesus de Salvador de Bahía , niños , Compañía de Jesús , niños del colegio de Meninos Órfãos de Lisboa , Pedro Fernandes Sardinha (obispo) , Salvador Rodríguez (jesuita) , João Lopes (maestro de capilla, chantre) , gentío , tañedor de flauta , tañedor de takuapu , tañedor de maracas


El 1 de febrero de 1549, Manuel da Nóbrega, acompañado de otros cinco jesuitas, partían desde Lisboa, en la armada de Tomé de Sousa, para empezar su labor evangelizadora en tierras de Brasil. La primera misión de la Compañía de Jesús en el continente americano se fundó en la Bahía de Todos os Santos, el 29 de marzo de 1549. Aquí se fundaría São Salvador da Bahia de Todos os Santos, la capital del nuevo estado colonial de Brasil.

Solo habían pasado unos meses desde la fundación del colegio de Meninos Órfãos de Lisboa, cuando el rey João III solicita al rector del mismo, Pedro Doménech, que seleccionara siete colegiales y los enviara a Brasil “para ensenyar a los hijos de aquellos gentiles”.  Véase http://www.historicalsoundscapes.com/evento/1018/lisboa/es

La víspera de la festividad de los Reyes de 1550, después de comer, los siete niños elegidos se despidieron de sus hermanos colegiales; portando una cruz, salieron del colegio en procesión acompañados por sus compañeros cantando la canción: “Gran Senhor nos ha nascido / Humano e mais divino...” Todo el recorrido hasta Belèm fueron acompañados de muchos devotos, mientras que otros les ofrecían refrescos, pan y fruta. Una vez que llegaron a la playa de Belèm, puestos de rodillas hicieron oración delante del Santísimo Sacramento y cantaron la Salve regina y unas prosas a Nuestra Señora. Después se levantaron y cantando unas canciones marianas se dirigieron al barco, donde fueron bendecidos por el padre rector de colegio Pedro Doménech. Uno de los pequeños, Francisco Carneiro, salto al barco y cogiendo la cruz comenzó a cantar “Os mandamentos de Deus / que havemos de guardar...” Se despidieron cantando mientras se alejaban en dirección al galeón San João, capitaneado por Simão da Gama, el cual los llevaría al Nuevo Mundo.

Un año después, en 1551, Pedro Doménech enviaba a São Salvador da Bahia un nuevo grupo de escolares con bulas para que el padre Manuel da Nóbrega fundara un colegio de Meninos Órfãos similar al de Lisboa. Los inicios de la misión estuvieron condicionados por las dificultades económicas para la construcción de una casa en la que alojar a los niños y los medios necesarios para su sustento, todo lo cual fue paliándose con las ayudas dadas por el gobernador Tomé de Sousa y por el rey João III. En 1553, se pagaban a Luis Dias, maestro de obras en Bahía, por unas casas que el gobernador Dom Duarte da Costa compraba, en nombre del rey, “para serviço dos meninos orfãos”. Los siete niños del colegio lisboeta continuaron en Brasil vistiendo de blanco y constituyeron el núcleo original de estudiantes del colegio de Meninos de Jesús de Bahía. En palabras de Nóbrega: “este vêm para dar principio a muitos outros”.

Los “meninos órfãos” de Lisboa comenzaron pronto su labor doctrinal mediante el uso de canciones devocionales, con notable éxito entre la población local autóctona y los colonos, como ponen de manifiesto en múltiples ocasiones diversos jesuitas, entre ellos el propio Nóbrega: “Os meninos órfãos que nos mandaram de Lisboa, com seus cantares atraem os filhos dos gentios e edificam muito os cristãos”.

Una carta de Nóbrega al rey João III, fechada en Olinda el 14 de septiembre de 1551, ya da cuenta del funcionamiento del colegio de Baía y de la ayuda prestada por los niños llegados de Lisboa en otras capitanías (colonias):

“E asi destas [mujeres] como dos escravos somos importunados de contino para os ensinar, de manera que asi os meninos órfãos que connosco temos [en Olinda], como nós, ho principal exercicio hé ensiná-los”.

“Ho Colegio da Baia seja de V.A. pera o favorecer, porque está já bem principado e averá nelle vinte meninos pouquo mais ou menos. E mande ao Governador [Tomé de Sousa] que faça casas pera os meninos porque as que tem sam feitas por nosas mãos  e são de pouqua dura, e mande dar alguns escravos de Guiné hà casa pera fazerem mantimentos, porque a terra hé tam fertil, que facilmente se manterão e vestirão muitos meninos...”.

Este mismo hecho es confirmado por el padre António Pires en una carta a los jesuitas de Coimbra, fechada el 2 de agosto de 1551:

“En la Baía está dado principio a una casa, en que se recojan y enseñen los niños de los gentiles nuevamente convertidos. La cual se empeço con algunos mestiços de la tierra y con algunos de los huérfanos que dallá [Lisboa] vinieron en el galeón. Es cosa que hicimos por nuestras manos... cantan todos una misa cada día y ocúpanse en otras cosas semejantes, agora se ordenan cantares en esta lengua [se refiere a la lengua tupí, propia de la población local] los cuales cantan los mamalucos por las aldeas con los otros. Y ya tuviéramos la casa llena si les pudiéramos sustentar y si tuviéramos a donde aposentarlos y daquí a pocos meses habrá mantenimientos para poderse tomar más, y por eso repartimos algunos de los niños huérfanos  por las otras capitanías...”

En esta carta se deja claro el intercambio musical entre los niños llegados de Portugal y los locales, hecho este que debió producirse de forma natural en los dos primeros años. Nóbrega y el resto de sus compañeros rápidamente fueron consciente del enorme potencial catequizador que este sincretismo musical tenía, el cual, como veremos seguidamente, fue duramente criticado por el recién llegado Pedro Fernandes Sardinha, primer obispo de la diócesis de Salvador de Bahía, en una carta de julio de 1552 dirigida al padre Simão Rodríguez en Lisboa.

“Los niños huérfanos antes que yo viniese [tomó posesión de su diócesis el 22 de junio de 1552] tenían costumbre de cantar todos los domingos y fiestas cantares de Nuestra Señora al tono gentílico [local] y tañeren ciertos instrumentos que estos bárbaros tañen y cantan cuando quieren beber sus vinos y matar sus inimigos. Platiqué con esto con el padre Nóbrega y con algunas personas que saben la condición y manera destos gentiles, en especial con el que lleva esta, que se llama Pablo Díaz, y hallé que estos gentiles se alaban que ellos son los buenos, pues los padres y niños tañían sus instrumentos y cantaban a su modo. Digo que padres tañían porque en la compañía de los niños venía hun padre sacerdote, Salvador Rodriguez; tañía, danzaba y saltaba con ellos... Y también extrañé mucho traeren los niños el cabello hecho al modo gentílico, que parecían de monjos...”

Uno de los documentos de mayor interés para este evento es la carta dirigida por los “meninos órfãos” a Pedro Doménech, fechada el 5 de agosto de 1552, en la que nos proporcionan su propia visión de cómo se estaban desarrollando los acontecimientos y de su labor doctrinal, ayudados de oraciones y canciones, en lo que llaman peregrinaciones por las aldeas más o menos cercanas a Salvador de Bahía y cómo eran recibidos por la población local. La música, una vez más, cobra un papel determinante:

“En esta aldea [El Grillo, a ocho leguas de Bahía] hubo muchas fiestas donde los niños cantaron y holgaron mucho, y de noche se levantaron al modo de ellos y cantaron y tañeron con tacuaras [takuapu], que son una cañas grosas con que dan en el suelo y con el son que hacen cantan, y con maracas, que son de unas frutas, unos cascos como cocos y aguierados con unos palos por donde dan y pedrezuelas dentro con lo cual tañen. Y luego los niños, cantando, de noche (como es costumbre de los negros), se levantaban de su redes e andaban espantados en pos de nosotros. Paréceme, según ellos son amigos de cosas músicas, que nosotros tañendo y cantando entre ellos los ganaríamos, pues diferencia hay de lo que ellos hacen a lo que nosotros hacemos y haríamos si V. Rª nos hiciese proveer de algunos instrumentos para que acá tañamos (inviando algunos niños que sepan tañer), como son flautas y gaitas y nésperas, y unas vergas de yerro con unas argollicas dentro, las cuales tañen dando con un yerro en la verga, y un par de panderos y sonajas. Si viniese algún tamborilero y gaitero acá, paréceme que no habría principal que no diese sus hijos para que los enseñasen”.

Nota: Las “nésperas” [también llamadas campainhas] son idiófonos de origen portugués, una especie de campanillas sin badajo que se hacen sonar entrechocándolas.

La carta continúa exponiendo los planes del padre Nóbrega de explorar los territorios hacía el interior, así como su opinión sobre el hecho de que dada la filia de los naturales del país hacia la música, esta sería el vehículo que mejor ayudaría en su tarea evangelizadora. Vuelve a insistir en el papel que los niños desempeñan en ella y su adaptación a la música local mediante la creación de contrafacta sobre melodías autóctonas:

“Porque los niños tienen muchos sermones estudiados y tañen e cantan al modo dellos, lo cual huelgan oír. Y cuando los niños van cantando y tañendo a sus aldeas, vienen los viejos (que suelen haber miedo de nosotros y esconden a sus hijos) a bailar sin descansar, y asimismo las viejas, por cuyo consejo se rigen así viejos como moços; y los niños andan tras nosotros esperando cuándo hemos de tañer o cantar, rogándonos que los enseñemos y diciéndonos algunos que quiere venir con nosotros”.

En la misma carta, se narra una de esas incursiones del padre Nóbrega, con otros tres jesuitas y un grupo de niños, en las tierras del interior, el día del Ángel Custodio:

“Y acabada la procesión... con la cruz toda pintada de pluma de la tierra muy hermosa, con el Niño Jesús en lo alto de la cruz, en traje angélico con una espada pequeña en la mano. Y así fuimos con la cruz levantada por las aldeas cantando en cada una dellas y tañendo al modo de los negros y con sus mesmos sones y cantares, mudadas las palabras en loores de Dios”.

En torno a las mismas fechas (10 de julio de 1552), Nóbrega escribe también al padre Simão Rodríguez una carta en la que le refiere el éxito del colegio y de las rentas obtenidas para su mantenimiento:

“Este Collegio dos Meninos de Jesu vai en muito crecimento e fazem muito fructo, porque andão pellas aldeas com pregaçõis e cantigas de Nosso Senhor polla lingoa que muito alvoraça a todos, do que largamente se escreverá por outra via. Ho mantimento e vestiaria que nos El-Rey dá todo lho damos a elles, e nós vivemos de esmolas e comemos pollas casas com os criados desta gente principal, ho que fazemos por que se não escandalizem de fazeremos roças e termos escravos, e pera saberem que tudo hé dos meninos. Ho Governador ordenou de dar a dez que viemos de Portugal hum crusado em ferro cada mes pera e mantença de cada hum e sinquo mil e seisentos reis para vestir cada anno, com o qual nenhuma roupa se podrá fazer... tãobem tomei doze vaquinhas pera criação e pera os meninos terem leite, que hé grande mantimento”.

En esta carta, Nóbrega da también noticia de otras escuelas que ya estaban iniciándose en distintas capitanías y de cómo está enviando niños con las que iniciarlas, de hecho, comenta al padre Simão Rodríguez la previsión que tiene de mandar a dos que “sabem bem ler e escrever e cantar, e são quá pregadores, e não há quá mais que aprender...”

En menos de dos años, el colegio de Meninos de Jesus estaba funcionando a pleno rendimiento y acogía y formaba a un buen número de infantes locales, estableciéndose el caldo de cultivo ideal para el intercambio musical y lingüístico con los niños llegados del colegio de Meninos Órfãos de Lisboa y que tan buenos frutos daría en la evangelización de la zona. El padre Francisco Pires, en una carta a sus compañeros de Coimbra, fechada en Bahía el 7 de agosto de 1552, les informa de cómo estaba marchando el colegio:

“Os mininos da terra fazem muito fructo e ajudão muito bem aos Padres e espantão-se os gentios verem-nos falar con fervor e sem medo nem vergonha de N. Senhor. Em casa se tem muito exercicio de tudo, assi das pregações, como de cantigas, pella lingua [tupí] e em portugues, e aprendem muito ben ho necessario...”

La expansión de estas escuelas fue imparable. En 1553, ya estaba funcionando el colegio de São Vicente, que debió iniciarse con cuatro “meninos” que Nóbrega trajo de Bahía y al que se le iban sumando otros niños de esa población, según nos informa en una carta escrita desde São Vicente al padre Luis Gonçalves:

“Nesta casa têm os meninos os seus exercicios bem ordenados. Aprendem a ler e escrever e vão muito avante; outros a cantar e tocar flautas, e outros mamalucos, mais destros, aprendem gramática, e ensina-a um mancebo gramático de Coimbra, que ça veio desterrado”.

La idea de la conversión con la ayuda de la música está presente desde la llegada de los jesuitas a Brasil, una vez que se constata la filia de la población indígena por ella. De hecho, en 1552, se solicitan instrumentos musicales a Portugal para la enseñanza de los niños, los cuales usarían en su labor doctrinal:

“Porque os meninos têm muitos sermões estudados e, tocando e cantando ao modo deles, o folgam de ouvir”.

Esta idea de Nóbrega es confirmada por varios de sus compañeros en Brasil y continuó siendo una práctica común en las siguientes generaciones:

“Chegou a ser opinião de Nóbrega que era hum dos meios com que podía converter-se a gentilidades do Brasil, a doce harmonia do canto, e por esta causa ordenou se lhe pusessem em solfa as orações e documentos de nossa santa Fe; porque à volta da suavidade do canto entrasse em suas almas e inteligencia das cousas do Ceo”.

Hacia mediados de la década de 1550, la práctica de la polifonía para acompañar los servicios litúrgicos, iniciada prácticamente desde la llegada de los jesuitas y los meninos orfãos de Lisboa, debía estar ya consolidada en Salvador de Bahía, especialmente en la iglesia y colegio de la Compañía. En una carta del segundo semestre de 1556, se relatan los pormenores de la celebración de la primera misa del padre João Gonçalvez, el 15 de agosto de 1556, festividad de Nuestra Señora de Agosto, en la iglesia de la Compañía de Jesús, a la que asistió el gobernador Duarte da Costa y una gran cantidad de vecinos de Bahía:

“E dado que não foy festejada com frautas e canto de orgão, todavia tivemos cá huma cousa que leva aventajem a toda a musica e cantares, porque ordenou o Padre [Nóbrega] que os indiozinhos cathecumenos os bautizasse elle [João Gonçalvez]... Estãodo pois tudo a ponto pera os bautizar, começarão os padres e meninos a ladainha cantada... Despois de feitos christãos nos fomos para adentro levando-os em o meo de nós outros, cantando Te Deum laudamus...”

Después de esto, se fundó la iglesia de Rio Vermelho, cerca del mar, en la ribera del río. A la celebración de la primera misa en esta ermita acudieron, entre otros, el maestro de capilla de la catedral y los “meninos órfãos” del colegio de Baía:

“O dia antes que em ella se dixesse a primeira missa, por mandado do Padre [Nóbrega] vim eu com os meninos studantes pera que elles a officiassem. De madrugada veo o Padre com o Mestre da capella da See [João Lopes, que desempeñaba el cargo de chantre en esa institución] e com outro homem amigo e devoto de casa, os quais por sua devação se offrecerão a  officiar. Antes que ha benzessem, disemos as ladainhas repartidos em dous choros, porque para entr’ambos avia vozes sufficientes. Logo se fez ao derredor da igreija, dizendo hos meninos huma cantiga, e respondeo o outro choro con as frautas, cousa que parecia muito bem, maxime por se entre estes gentios que em extremo são affeiçoados a musica e cantares... A missa foy tãobem cantada com a ayuda de nossos devotos e dos meninos orfãos; a ella se acharão presentes muitos gentios que não pouco se maravilhavão desta novidade”.

En menos de una década, el colegio de Bahía estaba ya bien establecido y surtía de colegiales a diferentes capitanías en las que se fueron estableciendo nuevas escuelas donde se educaba y formaba a la población local. Estos “meninos pregadores” desempeñaron un papel fundamental en la evangelización en Brasil.

Fuente:

Cartas do Brasil e mais escritos do P. Manuel da Nóbrega. Introducción y notas históricas de Serafim Leite. Coimbra: Universidade de Coimbra, 1955, 94, 119-24, 171-73, 179, 295-301, 346-56; Monumenta Brasiliae I, (1538-1553). Introducción y notas históricas de Serafim Leite. Roma: Monumenta Historica S.I, 1956, 170-74, 258-59, 271, 359, 375-90, 396, 401-03; Monumenta Brasiliae II (1553-1558). Introducción y notas históricas de Serafim Leite. Roma: Monumenta Historica S.I, 1957, 349-51.

Bibliografía:

Martins, Francisco de Assis de Oliveira, “O Colégio de «Jesus» dos Meninos Órfãos da Mouraria, sua projecção missionária no ultramar português e o que dele mais se disser.” Arquivo Histórico de Portugal (2ª série, 1959): 142-150; Ramos Tinhorão, José. “Folia Jesuítica: Órfãos da Europa, meninos da terra”, en As festas no Brasil colonial. São Paulo: Editora 34, 2000, 23-38.

Creado: 04 Oct 2019
Modificado: 24 Oct 2021
Referenciar: Ruiz Jiménez, Juan. "Los inicios del colegio de los Meninos de Jesus en Bahía (1550-1560)", Paisajes sonoros históricos, 2019. e-ISSN: 2603-686X. https://www.historicalsoundscapes.com/evento/1028/salvador-de-bahia.
Recursos

Colegio de los Meninos de Jesús. Philippe Benoist (1813-1905)

Enlace externo

Planta da restituição da Bahia (1625). João Teixeira Albernaz (1631)

Enlace externo

Río Vermelho. Salvador de Bahía. 1670

Ñamandú Mirî