Rogations processions in Catania during the eruption of 1669

Ruiz Jiménez, Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988

Abstract

Between March and July 1669, Mount Etna experienced its most destructive eruption in two thousand years. During the first few months, numerous prayer processions were held in the villages on the slopes of the mountain, known as Mongibello, and in the city of Catania, which was reached by lava on 30 April, destroying part of the city walls and various buildings. It was customary for various relics to be carried in these processions, including the veil of Saint Agatha, which was believed to have the thaumaturgical power to stop the lava flows.

Keywords

earthquake , eruption , procession , general procession , diverse noises , translation of relic , rogation procession , exposition of the Blessed Sacrament , sermon , litany , rosary , psalm , mass , Paganorum multitude fugiens (antiphon) , exorcism , announcement , the pealing of bells , bustle in the street , artillery salute , confraternities project , crying , cathedral chapter , city council , Michelangelo Bonadies (bishop) , Francesco Ayala (Cleric Regular Minor) , Cirilo Cassia (Jesuit) , confraternities , clergy , crowd , children , disciplinants , Erasmo Bonaccurso (canon)


La historia de Catania ha estado ligada a la actividad volcánica y sísmica generada por el Etna, el volcán activo más grande de Europa que corona la montaña que la población local conocía como Gibello o Mongibello. La erupción que tuvo lugar entre marzo y julio de 1669 fue la más destructiva de los últimos 2000 años y la narración de sus consecuencias e impacto sobre la población fue recogido por distintas crónicas coetáneas en prosa y en verso, la mayor parte de ellas en italiano, las cuales tratan de reflejar en sus relatos y en los grabados que las ilustran la magnitud de la devastación causada. En este artículo me centraré en una fuente menos conocida, una traducción al portugués de una de esas crónicas, que resta anónima, publicada en Lisboa el mismo año de este luctuoso suceso: Relaçao do novo incendio do monte Etna, chamado vulgarmente Mongibello, na ilha de Sicilia, com as ruinas de muitos lugares circumvesinhos â Cidade de Catania, e dos milagres e prodigios que obrou o. S. Veo da insigne Virgem & Martyr Santa Agueda natural desta Cidade, aos 11 dias do mes de Março deste anno de 1669: Com a destruição de outras terras da mesma ilha, causada dos tremores de terra ; tudo fielmente traduzido da Relação italiana impressa em Catania & em Leorne (Lisboa: António Craesbeeck de Mello, 1669). Para completar el información, me he apoyado también en una de las crónicas italianas a las que he hecho referencia, la escrita por Tomaso Tedeschi Paternò, lector de Teología de la Universidad de Catania, Brebe raguaglio degl’incendi di Mongibello avvenuti in quest’anno 1669 (Napoli: Egidio Longo, 1669).

Siguiendo la narración cronológica de ambas crónicas, iré desgranando las distintas procesiones de rogativas que se efectuaron invocando la protección divina, en las que el poder taumatúrgico de las reliquias de Santa Águeda, patrona de la ciudad de Catania, presentes en la mayor parte de ellas, no bastaron para evitar la destrucción generada por un volcán en el que la tradición cristiana localizaba la puerta del infierno. Los primeros signos de la erupción fueron el enorme estruendo y los terremotos que se iniciaron el viernes 8 de marzo de 1669 (el primero de los viernes de cuaresma). Afectó inicialmente a las localidades de la ladera del Etna más cercanas a las cumbres. En estas poblaciones se empezó a implorar el socorro divino con la exposición del Santísimo Sacramento en las puertas de las iglesias, ya que se temía por el derrumbe de sus edificios, y organizando numerosas procesiones “con grande penitencia & mortificação”. Expresamente se cita la que se hizo desde Malpasso a Nicolosi, uno de los lugares que quedó destruido, en la que llevaban una reliquia de Santa Lucía y en la que iban, según la crónica italiana, cinco mil personas, en hábito penitente y disciplinándose. Al llegar a la iglesia de Santa Maria della Misericordia del lugar de Portiguelle (= Botteguelle) y depositar la reliquia en el altar, sobrevino uno de los terremotos que abrió diversas grietas, “lançando no ar a gente da procissão” (ver recurso).

El lunes, día 11 de marzo, “com espantoso ruido”, se inició una erupción de tipo explosivo, por dos bocas, con lanzamiento de piroclastos que destruyeron varios enclaves urbanos ubicados en la ladera sureste. Llegada la noticia a Catania, las autoridades civiles y eclesiásticas ordenaron, para el día siguiente, 12 de marzo, una procesión que debía hacerse con gran solemnidad y en la cual se llevaría el brazo de Santa Águeda. La procesión partió de la catedral, donde se custodiaban las distintas reliquias de la santa, y terminó en la iglesia de Santo Domingo, extramuros de la ciudad, cercana a la puerta que llamaban del Rey (ver recurso). En este punto, desde donde podía verse la erupción, se había dispuesto un altar. Tras una devota plegaria, según la crónica italiana a cargo del padre Francesco Ayala, de los clérigos menores, “entre infinitas lágrimas, suspiros & clamores de toda a gente que era innumeravel”, el obispo, Michelangelo Bonadies, bendijo el fuego e imploró la misericordia divina.

El miércoles, 13 de marzo, la destrucción proseguía descendiendo por las laderas de poniente y de levante arrasando nuevas aldeas, amenazando cada vez más la propia ciudad de Catania. Las autoridades civiles y eclesiásticas organizaron otra solemnísima procesión por la mañana. En ella, se llevó el velo de Santa Águeda, otra reliquia a la que la tradición atribuía el haber detenido las coladas de lava en diversas ocasiones, la primera de ellas al año siguiente de su martirio, en el año 252 d.C. El obispo portaba una corona de espinas en la cabeza, al igual que los “senadores” (derivado de Senato, nombre que recibía el concejo de la ciudad) que llevaban las varas del palio bajo el que iba la citada reliquia. La procesión transcurrió desde la catedral hasta la iglesia de Santa Maria della Concordia, también extramuros de la ciudad, a donde llegaron atravesando la conocida como Porta Stesicorea (adosada al Anfiteatro) que fue rebautizada como Porta di Jaci. Después de dar la bendición al pueblo, el velo fue colocado en una caja de brocado para ir acompañando a la multitud que había concurrido a la procesión, en la que iban las hermandades, canónigos, sacerdotes y religiosos, entre ellos doce jesuitas “que andavão avivando a devoção & a fe dos povos”. El itinerario procesional fue largo, ya que se aproximó al lugar desde donde podía verse el brazo de lava que había llegado a Mascalucia (vease recurso). La crónica italiana nos dice que los integrantes del cortejo iban “cantando per via hor le litanie de’Santi, hor il Rosario della Santissima Vergine, hor qualche salmi di Davide, hor’altre divote orationi…”. En medio del campo se dispuso un altar para oficiar la misa, entonándose la antífona Paganorum multitude fugiens; enarbolándose previamente el santo velo de Santa Ágata, al instante: “començou o fogo a perder sua violencia & velocidade” y después del sermón del padre jesuita Cirilo Cassia, predicador del senado, la colada desvió su curso dejando “esta parte segura”. Señalan ambas crónicas que procesos similares ocurrieron, ante la presencia del santo velo, en las aldeas de San Pedro, Camporotondo y Monsterbianco (= Misterbianco).

Al día siguiente, jueves 14 de marzo, el velo de Santa Águeda regresó a la ciudad. Durante el tiempo que la reliquia estuvo fuera, el Santísimo Sacramento permaneció expuesto en todas las iglesias y en la catedral se exhibió otra reliquia de Santa Águeda, que no se especifica, con la asistencia del pueblo, congregaciones y religiosos que imploraban el socorro del cielo: “con mortificaçoes tão horrendas que se não podião ver sem chorar”. Los niños y niñas “de innocente idade” desnudos de cintura para arriba y con los cabellos sueltos y coronados de espinas, con las sagradas insignias de la Pasión de Jesús y con disciplinas en las manos iban dando vueltas por la ciudad y gritando misericordia.

El viernes, día 15, llegaron noticias que una nueva lengua de lava se fusionaba con la que se había detenido en Mascalucia y que se encaminaba a gran velocidad a San Giovanni Galerno y, por lo tanto, aproximándose todavía más a Catania. De nuevo, se convocó otra procesión con el velo de Santa Águeda: “com a mesma honra & prompa & accompanhamento”. Antes de ponerse en camino, en la iglesia de Sant'Agata al Carcere, que se encontraba dentro del bastión de Santa Ágata, en la muralla, el obispo, revestido de pontifical, ejecutó un “exorcismo”. La crónica señala que el estandarte con el velo santo tuvo similares efectos a las jornadas precedentes, enfriando y retardando la lengua de lava y realizando otros prodigios. Durante todo este tiempo continuaron las procesiones, rogativas, penitencias y mortificaciones delante de la reliquia expuesta en la catedral. Por la tarde de ese mismo día, los monjes benedictinos del monasterio de San Benedetto expusieron su reliquia del clavo de la cruz de Jesús, con una “devotissima” y numerosa procesión en la que estuvieron también presentes un buen número de cofradías y padres de distintas órdenes religiosas. Sobresalieron los padres capuchinos y los propios benedictinos que descalzos y coronados de espinas, sin escapulario, con cirios en la manos iban “cantando con mestas vozes as ladainhas [letanías] da sacratissima paixão”. En su recorrido, la procesión visitó el monasterio llamado del Corso (monasterio benedictino de San Nicolò L’Arena, cuya iglesia fue destruida por la lava), llegando hasta la muralla de la ciudad desde donde podía verse el fuego. El obispo, que acompañaba a la reliquia, encaramado en la muralla oficio otro exorcismo. Estuvieron presentes los senadores, que llevaban el palio, la nobleza y un gran concurso de gente. Tras este acto, uno de los padres benedictinos predicó un sermón, procediéndose a devolver la reliquia al monasterio de San Benedetto.

El domingo, día 17, se expuso en la catedral la principal reliquia de Santa Águeda, el busto relicario realizado por el orfebre Giovanni di Bartolo en 1376 que contiene el cráneo, los huesos de la caja torácica y otras partes del cuerpo de la santa. Concurrieron a este lugar diversas procesiones de religiosos con sus congregaciones, “en habitos de tanta & tal penitencia que podião tirar lagrimas das mesmas pedras”. La crónica italiana precisa que una de ellas fue la Congregatione de’Nobili, que bajo la dirección de los padres de la Compañía de Jesús (donde tenían su sede), fueron a la catedral, portando coronas de espinas “e cantando per via con voce lugubre e bassa le Litanie della Madonna”. Los distintos concurrentes a la catedral, tras inclinarse delante de la imagen y hacer la plegaria correspondiente regresaron a sus conventos, “deixando o auditorio compungindo & quasi atonito pelos gritos de misericordia”.

El lunes, día 18 de marzo, salió de la ciudad el senado y el obispo acompañados de todo el clero, ordenes religiosas y un gran número de cofradías, con antorchas en las manos para conjurar el fuego, de nuevo con el velo de la santa que se quedó en la iglesia del monasterio de San Benedetto, de donde salió procesionalmente en su caja hasta un altar que se había levantado en medio del campo, lugar en el que se oficio una misa y, finalizada esta, un nuevo exorcismo. Al enarbolar el velo de la santa, dice la crónica, no cesaron los horribles estruendos que sonaban como si se hubieran disparado muchas piezas de artillería, asociando todos los signos a la obra del maligno.

El cronista de la versión en portugués sigue narrando los desastres ocasionados por la erupción, dejando constancia de que fue testigo presencial de los acontecimientos, desplazándose personalmente, el miércoles, día 20, a los lugares en los que estaba el fuego. La situación de desesperación de la población favoreció la aparición de desórdenes y robos en Catania que intentaron ser controlados por las autoridades civiles, militares y religiosas de la ciudad.

La gravedad y persistencia de la erupción hizo que el miércoles, día 27 de marzo, se expusiera en la catedral la reliquia del pecho de Santa Águeda que fue venerada por una gran multitud y hacía ella se dirigieron dos procesiones, una que salió del lugar llamado La Pedara, con seiscientas personas, y otra del lugar de Trecastagni (ver recurso). La primera portaba una cruz, con un anillo de oro que llevaba engarzada una piedra preciosa, e hizo el voto de elegir por patrona a Santa Águeda y construirle una capilla en la que celebrarían la octava de su festividad, así como enviarle un cirio de 250 arráteis (114,75 kilos) que ardería todo el día delante del cuerpo de la santa. La crónica italiana precisa que se exhortó:

“A cantar con esso seco il Santissimo Rosario inanzi il quadro di Santa Maria della Lettera (dono della nobilissima de esemplare città di Messina) posto in su l’altar maggiore con esso la mammella della nostra santa cittadina . El mercoledi giorno, dedicato alla devotione della medesima santa, se mai per tutto l’anno devotamente le di lei lodi con musiche voci e armoniosi concenti, coll’asistenza del medesimo vescovo e del senato...”.

El fuego consumió las aldeas de San Pedro y Camporotondo y descendió, de nuevo, sobre Misterbianco, lo que hizo que los cataneses volvieran otra vez con el velo de Santa Ágata. Destruida un tercio de ese último enclave urbano, continuó la colada precipitándose hacia Catania. Los senadores y el obispo hicieron pregonar que todos los eclesiásticos y seculares se prepararan el día 1 de abril para una comunión general, en hábito de penitencia, para acompañar el relicario del cuerpo de Santa Ágata que se iba a exponer en la catedral “como ultimo remedio a tantas miserias”. Desde la catedral partió una multitudinaria procesión encabezada por niños y niñas que superaban en número los dos mil, descalzos, coronados de espinas y con otras manifestaciones de penitencia, “cantando oraçoens & pedindo a Santa os soccorresse”. A continuación iban las cofradías, igualmente con hábitos de penitencia y mortificación, seguidos de los religiosos de distintas órdenes, con los rostros cubiertos de ceniza, unos con gruesas cuerdas al cuello y otros con pesadas cadenas en los pies, “cantando as ladainhas” [= letanías]. Les seguían la nobleza con cirios encendidos, el clero coronado de espinas y con velas en las manos. Al final de la procesión iba el relicario de la santa “con o sacro veo pendente da sua mesma crux, a maneira de espada resplandecente contra os insultos do fogo, cercada de grossissimas tochas de cera branca”. Era portada por los canónigos, debajo de un palio que llevaban los senadores, todos, al igual que el obispo que los seguía, con coronas de espinas. Cerraba la procesión un numeroso grupo de señoras “de qualidade”, ceñidos los cuellos con gruesas cuerdas y también con coronas de espinas. La procesión transcurrió “o triste son dos sinos, os gritos de misericordia, as infinitas lagrimas, suspiros & solluços de tanta movião as mesmas pedras a compaixão. La procesión salió por la Porta di Jaci; fuera ya de la ciudad, y delante de la iglesia de Sant'Agata al Carcere, donde se había colocado un altar, se canto, por primera vez, la antífona del oficio de la festividad de Santa Águeda: Paganorum multitudo fugiens. Desde aquí se paso al baluarte que se conocía como Bastioni degli Infecti, donde se había instalado otro altar, en medio del campo, “de fronte do fogo”. En este lugar se ofició otra misa votiva de Santa Águeda, según la crónica italiana a cargo de Erasmo Bonaccurso, canónigo de la catedral, terminada la cual, Cirilo Cassia, predicador del senado, hizo un sermón “com tanto & tal sentimento de devoção… que todo o tempo que durou, não fes o auditorio mais que chorar amargosamente con finais de grande arrependimiento & gritos de misericordia”. Finalizado el sermón, el obispo “conjurou” el fuego y la procesión prosiguió al tercer altar, levantado en Nuestra Señora de Montserrat (se encontraba en el lugar donde está el hospital Vittorio Emanuele y fue consumida por la lava), y después al cuarto, fuera de la llamada Porta Decima. En ambos lugares se volvió a cantar la citada antífona, repitiéndose también las oraciones y exorcismos. Se introdujo el relicario de la santa por la misma puerta para dirigirse a la catedral, donde se colocó en el lugar acostumbrado. La crónica italiana proporciona algún detalle más sobre la composición de la comitiva, especificando que la gente que se concentró delante de la iglesia de Sant'Agata al Carcere “arrivava senz’altro al numero di trenta mila”. Igualmente precisa que en los desplazamientos entre los distintos altares iba cantándose “le litanie de’Santi hor altre orationi” y que al entrar el relicario de la santa por la Porta Decima “venne salutata la santa con tutti i pezzi [artillería] del Castello [Ursino]”.

La crónica portuguesa termina dando cuenta de los fuertes terremotos que se sintieron en ciudades como Palermo y Mesina y lenguas de fuego que afectaron a otras partes de la isla, noticias que habían llegado en una carta fechada el 17 de abril. La erupción continuó, llegando a los muros del Castello Ursino y destruyendo, como ya he citado, la iglesia del monasterio de San Nicolò L’Arena y otras construcciones de esa zona de la ciudad, como la iglesia de Nuestra Señora de Montserrat.

La crónica italiana prosigue la narración de los acontecimientos hasta finales de abril. Nos dice que hubo cuatro procesiones que siguieron a la del 1 de abril:

- Una a cargo de los benedictinos de San Benedetto, el viernes, cinco de abril, de nuevo con la reliquia del clavo de la cruz de Jesús, al lugar donde el fuego se aproximaba.

- La segunda el domingo 7 de abril, desde la catedral, con el obispo llevando el Santísimo Sacramento, “el Capello della Gran Madre di Dio”, y el velo de la santa portado por dos canónigos. Fueron hasta el monasterio benedictino de San Nicolò L’Arena, desde donde se veía venir el fuego. Se había dispuesto un altar para oficiar una misa de rogativas. El sermón estuvo a cargo del citado padre benedictino que lo había hecho en una de las procesiones ya referidas, practicándose un nuevo exorcismo.

- La tercera, el martes 9, estuvo organizada por los frailes de San Francesco della Scarpa, en la que se portaba la reliquia de la sagrada espina, dirigiéndose al lugar en el que se encontraba el fuego, donde igualmente se predicó. Probablemente se refiera a los franciscanos del convento de San Francesco alla’Immacolata, a los que la reina Leonor de Anjou había donado la reliquia de una espina de la corona de Cristo y donde dispuso ser enterrada.

- La cuarta, el miércoles 10, con el velo de la santa, se llevó “alla Gurnadi Nicito”, el lago que había a las afueras de Catania, formado por una erupción del Etna en el año 406 a.C y que desapareció por la de 1669. Se dijo misa y luego predicó el padre Cirilo Cassia.

Durante el resto del mes de abril la situación fue empeorando y se hicieron otras procesiones y rogativas similares a las ya descritas. La crónica nos dice que el día 30 de abril “fu el piu funesto per la citta”. El fuego llegó a la muralla, a la altura del Bastione del Tindaro y penetró en el casco urbano, dando cuenta la crónica de los daños producidos intramuros.

Source:

Relaçao do novo incendio do monte Etna, chamado vulgarmente Mongibello, na ilha de Sicilia, com as ruinas de muitos lugares circumvesinhos â Cidade de Catania, e dos milagres e prodigios que obrou o. S. Veo da insigne Virgem & Martyr Santa Agueda natural desta Cidade, aos 11 dias do mes de Março deste anno de 1669: Com a destruição de outras terras da mesma ilha, causada dos tremores de terra ; tudo fielmente traduzido da Relação italiana impressa em Catania & em Leorne. Lisboa: António Craesbeeck de Mello, 1669.

Paternò, Tomaso Tedeschi, Brebe raguaglio degl’incendi di Mongibello avvenuti in quest’anno 1669. Napoli, Egidio Longo, 1669.

Morabito, Francesco, Catania liberata. Catania, Bonaventura la Rocca, 1669.

Bibliography:

Published: 01 Dec 2025
Referencing: Ruiz Jiménez, Juan. "Rogations processions in Catania during the eruption of 1669", Historical soundscapes, 2025. e-ISSN: 2603-686X. https://www.historicalsoundscapes.com/en/evento/1741/catania.
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Resources

Eruption of 1669. Giacinto Platania

Relaçao do novo incendio do monte Etna. Lisboa, António Craesbeeck de Mello, 1669

Brebe raguaglio degl’incendi di Mongibello avvenuti in quest’anno 1669. Tomaso Tedeschi Paternò. Napoli, Egidio Longo, 1669

Catania. Pieter Mortier (1704), based on the plan by Antonio Stizza (1592)

Michelangelo Bonadies. Giacinto Platania

Catania liberata. Francesco Morabito (1669). Plate IIII

Catania liberata. Francesco Morabito (1669). Plate V

Antifona Paganorum multitudo fugiens. V mode. F-AS 465 (CGM 893), fol. 343v

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Litaniae sanctorum