De Jerusalén a Samaria. Décima etapa del viaje a Jerusalén de Francisco Guerrero (1588)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Resumen
De Jerusalén a Samaria. Décima etapa del viaje a Jerusalén de Francisco Guerrero (1588).
Palabras clave
viaje , Francisco Guerrero. El viaje de Jerusalén , Itinerario del viaje a Jerusalén de Francisco Guerrero , cartografiando Francisco Guerrero , Francisco Guerrero (compositor, maestro de capilla) , Francisco Sánchez (músico) , Orden de los franciscanos descalzos , Gian Battista da Montegiano (franciscano, Custodio de Tierra Santa) , Mateo Salerno (franciscano) , Atala (trujaman)
Francisco Guerrero nos dice que habían entrado en la ciudad de Jerusalén el 22 de septiembre de 1588, día de San Mauricio, y que habían pasado un mes en ella cuando decidieron organizar su regreso a Sevilla, por lo que su partida debió tener lugar a finales de octubre, sin que se pueda precisar la fecha concreta.
Una vez que, a sugerencia del franciscano Mateo Salerno, decidieron que la vuelta la harían por el interior de Palestina, Gian-Battista de Montegiano, custodio de Tierra Santa, concertó con Atala, el traductor que los había acompañado desde el puerto de Jaffa hasta Jerusalén, “y con otros moros vecinos de Jerusalén, que nos llevasen hasta la ciudad de Damasco, que son ochenta leguas”. El grupo de peregrinos estaba formado por “siete frailes de San Francisco y seis peregrinos”. Dos de los franciscanos iba a Alepo, otros tres a Constantinopla y los dos restantes, Mateo Salerno y su compañero fray Serafín iban hasta Venecia. Los peregrinos eran Francisco Guerrero y su discípulo Francisco Sánchez, citando el texto, además, a un lego español que se llamaba Julián, el “tudesco” Pedro y el polaco “Nicolás”, por lo que se omite quién era el sexto de los peregrinos. Se desplazaban en “jumentos” (asnos), ya que, según Guerrero, los cristianos no andaban a caballo por esas tierras.
La salida, probablemente por la puerta de Damasco, debió ser especialmente emotiva, contándonos Guerrero como iban despidiéndose de los santos lugares y “los benditos montes Sión y Olivete”, los cuales perdieron de vista transcurrida media legua (algo más de dos kilómetros y medio). En ese lugar vieron la iglesia en la que, según la tradición cristiana, el profeta Jeremías, mirando desde ese punto la ciudad, compuso las Lamentaciones. La tradición cristiana ubica la llamada “Gruta de Jeremías” fuera del muro norte de Jerusalén. Esta gruta se halla al pie de la colina ahora llamada “Gólgota”, la misma en la que se levantó la cruz de Cristo. Hicieron noche a tres leguas de Jerusalén (unos dieciséis kilómetros y medio), en una ciudad “destruída la mayor parte”. En este punto debían aguardar a una caravana de treinta y tres camellos “de mercaderes moros”, para hacer el camino con mayor seguridad. La única clave que Guerrero nos da para identificar este lugar es que la tradición decía que aquí fue el lugar en que Jesús y María se dieron cuenta de que Jesús, que ese momento tenía doce años, no se encontraba en la caravana en la que regresaban de Jerusalén a Nazaret tras la celebración de la Pascua, volviendo a esa ciudad donde lo encontraron en el templo con los doctores (Lucas 2: 41-50). He podido localizar este lugar en el mapa Descriptio et situs Terrae Sanctae alio nomine Palestina multis preclaris historys et miraculis utriusque testamenti a Christo Salvatore nobilitata (véase recurso). Aparece identificado como “Machinas”. Se trata de la antigua ciudad bíblica de Michmas, actualmente conocida como Mukhmas.1
Continuaron el camino atravesando la división entre las regiones de Judea y Samaria (actual Cisjordania) y llegaron a dormir esta segunda noche de travesía: “en la ciudad de Sichar, que los moros por otro nombre le llaman Nablos”. Guerrero nos dice que él no vio el pozo donde se decía que Cristo habló a la Samaritana (Juan 4: 7-24), porque entraron de noche, pero que su compañero, Francisco Sánchez, sí pudo visitarlo porque iba más atrás en la caravana y que le dijo que no tenía agua. Guerrero se detiene describiendo con más detalle que otros lugares la ciudad de Sichar. La califica de grandiosa, con dos mil vecinos –si seguimos el concepto de la época y multiplicamos la unidad familiar por cuatro nos da 8.000 habitantes– y gran número de torres. Describe el valle en el que se sitúa como de gran fertilidad y hermosura, con fuentes y huertas en las que se cultivaban naranjos y otras frutas y hortalizas. Refiere también que aquí vivió Jacob con sus hijos y que visitaron la que decían había sido su casa (Juan 4: 4-18). Durmieron en el suelo, en la calle, porque no les dieron posada, abandonando el lugar por la tarde. Actualmente las ruinas de Sichar (= Siquem) se encuentran a dos kilómetros al este de la actual Nablus (= Naplusa).
Al día siguiente llegaron a Sebaste (= Sebastia) que era la capital (“cabeza”) de la provincia de Samaria. Guerrero nos dice que aunque está “destruida”, con apenas cincuenta casas, algunos edificios dan cuenta de su antiguo esplendor: “Hay una iglesia de piedra, las dos partes de ella están caídas y lo que está en pie tan bien labrado como cuanto hay en Roma. En el altar desta iglesia, dicen ser donde fue degollado San Juan Bautista por mandado del rey Herodes”. En Sebaste se conservan las ruinas de dos iglesias construidas durante la época bizantina. Una de ellas, la catedral de San Juan Bautista, fue erigida sobre el lugar en el que se creía reposaban sus restos. En el siglo XII, Saladino hizo construir un maqām (santuario) en conmemoración de San Juan Bautista. Actualmente es conocida como la mezquita de Nabi Yahya (San Juan Bautista) y muy probablemente, dado su tamaño y apariencia, fue el lugar al que Guerrero se refiere. La otra, mucho más modesta, se encuentra en el lado sur de la acrópolis romana, en ella los ortodoxos creen que San Juan fue decapitado. El compositor reitera que este estado de decadencia y abandono “se ve por toda esta tierra de Palestina, que pasamos por ciudades que fueron muy grandes y no vemos sino piedra y algunos paredones”.
En Sebaste se enteraron de que la caravana con la que habían viajado había quedado muy atrás y que “la robaron los alárabes”, en cualquier caso, “si fue verdad o no, a lo menos nunca más la vimos”.
Para trazar la ruta que siguieron Francisco Guerrero y Francisco Sánchez por los territorios de Palestina, he usado los mapas históricos que proporciona la web Palestine Open Maps.